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lunes, 12 de abril de 2010



Y Nos Dieron las 10 y las 11…
En mi humilde opinión, creo que no podemos hablar de lengua castellana y no mencionar a Joaquín Sabina. ¡Vale!, no es literato, ni poeta, y jamás será reconocido por la Academia como tal, pero para mí y para millones de españoles es un mago de las palabras.
Gran compositor y productor, un artista de los pies al bombín y sin duda el mejor letrista que ha tenido el detalle de escribir en nuestra lengua. ( y que me perdonen por estos comentarios Serrat, Calamaro, Luis Eduardo Aute, Antonio Vega y demás compañeros del gremio)
Es nuestro John Lenon andaluz. Nuestro “perro andaluz sin domesticar”, como dice él en su canción “Nos sobran los motivos”.
Nacido en Úbeda, Jaen, paisano de Antonio Muñoz Molina y de la expresión “irse por los cerros de Úbeda”, se marchó a Londres 7 años de friegaplatos, donde se dedicó a escribir un amplio repertorio de letras, y terminó afincado en su “Pongamos que hablo de Madrid” querida, exactamente en la plaza de Tirso de Molina.
Muchos se pueden molestar por mi veneración, y pensar que hay otros compositores mejor que él, pero debo deciros que eso es porque no le habéis escuchado ni leído lo suficiente.
Es verdad que está mayor, que no ha podido evitar ser “un canalla”, que por su voz y por su mirada desfilan las miles de noches de mala vida, y se nota que no es lo mismo.
En sus conciertos ya no hay canciones movidas, de rock & roll, de whisky on the rocks; en el último concierto en Salamanca eché de menos al “Pirata Cojo” y poder hacer con él un “Pacto entre caballeros”, pero me deleitó con canciones de guitarra acústica y baladas sobre un taburete.
El tiempo pasa para todos, y más rápido para los que adoran jugar con los excesos.
Desde los primeros álbumes “Física y Química”, “Esta boca es mía”, “Yo, mi, me, conmigo”, hasta el último “Vinagre y Rosas”, su voz metalizada se ha ido tornando hacia una especie de estertor carrasposo, que indica si no más, el final de sus actuaciones en directo. Sus letras se han ido recubriendo de un velo más nostálgico y más melancólico, signos que sin duda le han aparecido por encontrarse a las puertas de la vejez y por los continuos achaques de salud.
Para los que no hayáis escuchado alguna de sus canciones, que lo dudo, porque siempre ha tenido una cara más comercial y ha estado hasta en la saciedad en los 40 principales, os recomiendo canciones como: Más de cien mentiras, Noches de boda, Princesa, Así estoy yo sin ti, El diario no hablaba de ti, Quién me ha robado el mes de abril, la canción que lleva mi nombre Magdalena, y si os gustan las buenas colaboraciones, el disco "Yo, mi, me, conmigo", donde se ve bien acompañado por los Rodríguez (Andrés Calamaro y Ariel Rott), Manu Chao y el incondicional “Panchito Varona”.
Para finalizar os recomiendo un libro de poemas que tuvo la generosidad de brindarnos titulado “Ciento Volando de catorce”, de la Editorial Visor Libros, escrito en el 2001. En él plasma un mundo que surge de la melancolía para desembocar en los impulsos irónicos, tratando, con el vitalismo de sus consignas, darle la vuelta al tiempo y a las palabras.


Gracias Joaquín por hacerme disfrutar tantas horas con tu música y con tus palabras.


“Que el maquillaje no apague tu risa
que el equipaje no lastre tus alas
que el calendario no venga con prisa
que el diccionario detenga las palabras…”

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