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lunes, 15 de marzo de 2010





Decimos adiós a un clásico de la lengua castellana



El viernes 12 de marzo de 2010, nos abandonaba, a sus 89 años, un grande de las letras, Miguel Delibes.
Las personas que le conocían no escatiman en elogios para el poeta: era un humanista excepcional, altruista, fiel, una persona llena de humildad, muy sincero, y con una integridad y una categoría humana fuera de lo común.
Haciendo la vista atrás y recordando un poco su trayectoria podemos decir de él que era un vallisoletano de los pies a la cabeza. Allí nació en 1920 y en el mismo sitio le encontró la pálida dama.
Este afecto por su tierra se vio reflejado en su vida y en su obra, él decía a menudo, “que era un cazador que escribe”. El contacto que tuvo con la Castilla profunda mediante sus excursiones de cazador y pescador se plasmaron en toda su obra: era un defensor acérrimo de la naturaleza (Un mundo que agoniza, 1979), fascinado por las maravillas que le ofrecían los pueblos y rutas de caminantes (Diario de un cazador, 1955), unido a la tierra como si le brotarán raíces de sus zapatos.
De esa tierra castellana, y sobretodo de Valladolid ha dicho en reiteradas ocasiones que no se cansará de darles las gracias por todo lo que le han enseñado de la lengua, por todo lo que se ha nutrido hablando con aquellas gentes, ya que sin ellas personajes como Azarías (Los santos inocentes, 1981) o el señor Cayo (El disputado voto del señor Cayo, 1978) jamás podrían haber existido.
Con 20 novelas, una decena de libros de caza, varios de rutas y viajes, se hablará de la Castilla de Delibes como se habla de la Praga de Kafka, del Dublín de Joyce o de la Lisboa de Fernando Pessoa.

De su etapa periodística habría que resaltar sus comienzos como caricaturista en el diario “El Norte de Castilla”, y como a los pocos años ya estaba a la cabeza dirigiendo este mismo periódico.
Llamaron a su puerta importantes ofertas, como por ejemplo, la que le hizo Ortega Spottorno para ser director del conocido periódico “El País”, oferta que sería rechazada por la imposibilidad de abandonar su Valladolid querida, y porque en el fondo, era un libre pensador, defensor de las ideas y de la libertad, y no quería que lo “casarán” con nadie.

Excepto con su mujer, Ángeles, pilar que vertebraba su vida, madre de sus siete hijos, y la persona que le alentó a presentarse a la 4ª edición del Premio Nadal en 1948(La sombra del ciprés es alargada, 1947), premió que sin duda le daría a conocer.
Además de de este premio se le ha concedido el premio Príncipe de Asturias en 1982 y el premio Cervantes en 1993, y se le “invitó” a ganar el Premio Planeta, oferta que rechazó sin pensar, ya que el hecho de que mercadearan con la literatura y eligieran al ganador “a dedo”, antes incluso de haber escrito la obra, era un acto que le repugnaba.

En su discurso de recogida del Cervantes, ya se atisbaba un Delibes abatido, mermado por un cáncer de colon, que con mucho sufrimiento e intervención médica, consiguió superar.

Sin embargo se despedía de la literatura, siendo consciente de que la operación le había salvado la vida, pero se había llevado dioptrías, memoria, concentración, e imaginación; ¿cómo abordar entonces una novela y mantener vivos en su imaginación, durante 2 o 3 años, personajes con su vida propia y sus propias características?
Aun así, le daba las gracias a Dios por haberle dejado terminar una obra ya medio perfilada, El Hereje, publicada en 1998, la que sería su última obra, y con la que sorprendió a todos los que le creían silenciado para siempre.

En su vejez, llegó a decir que la ciencia había conseguido alargar su vida, pero no la calidad de ésta; también dijo una frase que sentenciaba el punto y final de toda su obra literaria: “en mi caso ha muerto antes el poeta que el hombre”.
Frase a la que todos le podríamos contestar, que poetas como él nunca mueren.



“A su hermana, La Régula, le contrariaba la actitud del Azarías, y le regañaba, y él, entonces, regresaba a La Jara”
Miguel Delibes, “Los santos inocentes”, 1981

Escrito por: Magdalena Ramis Serrano
Referencias extraídas de “El País”, sábado 13 de marzo de 2010.
G.G., Brown (1983): Historia de la Literatura Española 6/1. El siglo XX. Ariel. Barcelona.

lunes, 1 de marzo de 2010

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VI Certamen literario Santa María de Europa!!

Para los "frikies" de J.R. Tolkien

Entiende la obra de uno de los autores más conocidos, J.R. Tolkien, creador de títulos de literatura fantástica como: "El Hobbit" o "El Señor de los Anillos."

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La lengua avanza que es una barbaridad

Todo mi apoyo a los chilenos


OH Chile, largo pétalo de mar y vino y nieve,
ay cuándo
ay cuándo y cuándo
ay cuándo
me encontraré contigo,enrollarás tu cinta de espuma blanca y negra en mi cintura,desencadenaré mi poesía sobre tu territorio.
Hay hombres mitad pez, mitad viento,hay otros hombres hechos de agua.
Yo estoy hecho de tierra.Voy por el mundocada vez más alegre:cada ciudad me da una nueva vida.El mundo está naciendo.Pero si llueve en Lotasobre mí cae la lluvia,si en Lonquimay la nieve resbala de las hojas llega la nieve donde estoy.Crece en mí el trigo oscuro de Cautín.
Yo tengo una araucaria en Villarrica,tengo arena en el Norte Grande,tengo una rosa rubia en la provincia,y el viento que derribala última ola de Valparaiso me golpea en el pecho con un ruido quebrado como si allí tuviera mi corazón una ventana rota.El mes de octubre ha llegado hace tan poco tiempo del pasado octubre que cuando éste llegó fue como si me estuviera mirando el tiempo inmóvil.
Aquí es otoño. Cruzo la estepa siberiana.Día tras día todo es amarillo,el árbol y la usina,la tierra y lo que en ella el hombre nuevo crea:hay oro y llama roja,mañana inmensidad, nieve, pureza.
En mi país la primavera viene de norte a sur con su fragancia.Es como una muchacha que por las piedras negras de Coquimbo,por la orilla solemne de la espuma vuela con pies desnudos hasta los archipiélagos heridos.No sólo territorio, primavera,llenándome, me ofreces.No soy un hombre solo.Nací en el sur. De la fronteratraje las soledades y el galope del último caudillo.Pero el Partido me bajó del caballoy me hice hombre, y anduve los arenales y las cordilleras amando y descubriendo.
Pueblo mío, verdad que en primaverasuena mi nombre en tus oídosy tú me reconocescomo si fuera un ríoque pasa por tu puerta?Soy un río. Si escuchas pausadamente bajo los salares de Antofagasta, o bien al sur, de Osorno o hacia la cordillera, en Melipilla,o en Temuco, en la noche de astros mojados y laurel sonoro,pones sobre la tierra tus oídos,escucharás que corro sumergido, cantando.
Octubre, oh primavera,devuélveme a mi pueblo.Qué haré sin ver mil hombres,
mil muchachas,qué haré sin conducir sobre mis hombros una parte de la esperanza?
Qué haré sin caminar con la bandera que de mano en mano en la fila de nuestra larga lucha llegó a las manos mías?Ay Patria, Patria,ay Patria, cuándo ay
cuándo y cuándo
cuándo me encontraré contigo?Lejos de ti mitad de tierra tuya y hombre tuyo he continuado siendo,y otra vez hoy la primavera pasa.Pero yo con tus flores me he llenado,con tu victoria voy sobre la frentey en ti siguen viviendo mis raíces.Ay cuándo encontraré tu primavera dura,y entre todos tus hijos andaré por tus campos y tus calles con mis zapatos viejos.
Ay cuándo iré con Elías Lafferte por toda la pampa dorada.Ay cuándo a ti te apretaré la boca,chilena que me esperas,con mis labios errantes?
Ay cuándo podré entrar en la sala del Partidoa sentarme con Pedro Fogonero,con el que no conozco y sin embargo es más hermano mío que mi hermano.Ay cuándome sacará del sueño un trueno verdede tu manto marino.Ay cuándo, Patria, en las elecciones iré de casa en casa recogiendol a libertad temerosa para que grite en medio de la calle.Ay cuándo, Patria,te casarás conmigo con ojos verde mar y vestido de nieve y tendremos millones de hijos nuevos que entregarán la tierra a los hambrientos.
Ay Patria, sin harapos,ay primavera mía,
ay cuándo
ay cuándo y cuándo despertaré en tus brazos empapado de mar y de rocío.
Ay cuando yo esté cercade ti, te tomaré de la cintura,nadie podrá tocarte,yo podré defenderte cantando,cuando vaya contigo, cuando vayas conmigo,
cuándo ay cuándo.


Pablo Neruda